PFFM – ¿Cómo describirías el contexto de Cruz del Sur, del nacimiento, el contexto geográfico y el escenario actual?

Flavia Barriero – Son tres contextos diferentes los que podemos encontrar. Las tres personas que arrancamos con esto (Roberto Rodríguez, Damián Capola y yo) vivíamos en una situación económica de mucha humildad, terminando de estudiar. La organización nace en la villa 21, haciendo talleres y murales con el padre Pepe Di Paola. Una vez que empezamos con esas actividades surgió lo que es la fusión entre la prevención de las adicciones que Damián es operador, el arte que Roberto Rodríguez nos fue enseñando actividades plástica, y un poco la docencia, que es lo que me encargo yo, trabajando con los niños. Se hizo como una fusión. En los espacios que trabajamos geográficamente eran todas las vilals de Capital Federal con las que podíamos llegar a través del Tren Sarmiento, y la 31, los Piletones, asentamiento Los Pinos, 1 11 14, la 21 de Barracas, Ciudad Oculta, Isla Maciel, algunos conventillos de La Boca. Pasamos por todos lados. Las actividades principales eran de mural, murga, música, pintura y dibujo con los chicos, que eran las actividades que nos permitían hacer talleres callejeros, en modalidad al aire libre, en los espacios que nos prestaba algunas construcciones que había en cada barrio. Podían ser Iglesias o espacios de Sociedad de Fomento. Geográficamente no teníamos un lugar fijo, sino más bien nos juntábamos a trabajar en diferentes comunidades, en la calle y en donde nos recibieran.

PFFM –  La vuelta a La Matanza ¿a qué se debió? ¿Ustedes eran de ahí?

FB – Nosotros somos todos de las localidades de Gonzales Catán, Gregorio de Laferrere y Virrey Del Pino. Arrancamos a laburar en La Matanza. Siempre está esa necesidad de ir a los barrios de dónde venimos, con la gente y las necesidades que ya conocemos. El problema fue que en Capital Federal tenías los comedores y  los recursos que podías ir a buscar y traer a La Matanza para trabajar con los pibes. Así que siempre mantuvimos talleres externos (así llamamos a los que realizábamos de manera itinerante) y después de nuestro espacio propio que surgió de la necesidad de guardar un montón de juguetes que el padre Martin de Chiara, de la capital nos dio para repartir. Tener un alquiler y un espacio abierto fue algo muy lindo. Se llamaba “Espacio Creativo El Arroyo”, y terminamos estando siete años. Empezamos haciendo murales en todo el barrio, huerta, murga, música, y apoyo escolar de las dos materias en los dos turnos, lengua, dibujo y pintura. Se sumaron maestras del barrio después de un relevamiento que hicimos casa por casa comentándoles el proyecto.

PFFM – ¿Y en Virrey Del Pino como empezaron?

FB – Arrancamos con algunas actividades en un salón comunitario que llegamos por un conocido que nos invitó. En ese momento no había asfalto, y estábamos en el barrio Padre Berraza que está muy alejado. Teníamos que caminar once cuadras desde la ruta, y solo podíamos hacer los talleres los días que no llovía. Ahí estuvimos tres años. Después un vecino nos prestó una casita donde hicimos taller de informática. Cuando me vine a vivir al barrio empezó toda la aventura de tomar un terreno baldío para hacer una huerta comunitaria, y después con los profesores, tener un lugar propio.

PFFM – ¿Qué tiene el arte en la propuesta pedagógica de Cruz del Sur?

FB – Nosotros creemos que el arte es una herramienta que transforma no solo lo estético, embelleciendo los lugares o con la impronta de cada persona que interviene, sino también una herramienta de llegada a la comunidad. Genera procesos de sanación que son colectivos, no individuales. A partir de diferentes actividades artísticas nos permitimos llegar a los pibes, trabajar con sus sensibilidades, sentimientos, emociones, a través de los murales y las actividades. Trabajas con las comunidades de otra manera, y creemos que es muy fructífero para lograr cambios culturales importantes según los temas que vamos a trabajar. 

 PFFM – Ustedes siempre plantean que la intención no es hacer una obra artística, sino un proceso de construcción colectivo artístico, con la voluntad de integrar los iconos, los valores, la historia de los lugares. 

FB – Con los compañeros creemos que somos los pinceles de la comunidad. El barrio te da las paredes y la idea es trabajar con ellos en los deseos, en lo que tengan ganas de decir en las paredes, de transmitir a su comunidad, y nosotros somos parte de esos procesos que hacemos de manera colectiva. No hay un artista que trae un boceto, pide la pared, pinta y se va. Toda la comunidad participa en lo que quiere dejar plasmado en sus calles. Nosotros hacemos el puente entre la pared y la comunidad. 

PFFM – ¿Por eso van pintando por ahí Gauchito Giles, Vírgenes de Lujan, Atahualpas Yupanquis, Mercedes Sosas y Evitas?

FB – Claro, porque realmente responde a los deseos y los gustos de la cultura popular. Tiene que ver con lo que la gente piensa, siente y lleva en sus raíces.

PFFM – ¿Cromáticamente no usan el negro?

FB – No usamos el color negro porque la idea es transmitir felicidad, alegría, calidez. Que las imágenes sean felices.

PFFM – ¿Cuál es la mirada que tienen respecto al Estado en general?

FB – Con eso hemos pasado por varias etapas. Trabajamos en el acceso al arte y la cultura de las personas más humildes que no pueden pagar o que tienen las propuestas gratuitas en las ciudades cabeceras, alejadas de los barrios. No acceden, por fuera de la escuela, a tener un momento y espacio para crear. Nosotros lo que proponemos es un acceso a ese derecho, que no lo tienen. De más está decir que creemos en un Estado presente, que garantice los derechos humanos de las personas y, dentro de ellos, el arte y la cultura. Es la trinchera que elegimos

PFFM – Una de las áreas en las que trabajan es la prevención de adicciones. ¿Cómo es esa realidad en los barrios y cuál es la idea que tiene Cruz del Sur al respecto?

FB – En todo lo que tiene que ver con la problemática de adicciones, encontramos que el trabajo es diferente según cada zona. Cuando empezamos trabajamos mucho en barrios con mucho consumo de pasta base. En los barrios que estamos ahora hay una gran problemática de alcohol y marihuana. Trabajamos con todas las problemáticas familiares, sociales y culturales que existen y llevan a que los pibes tengan adicciones. Lo que hacemos es una prevención primaria de eso. Tratamos de brindar a través de los diferentes talleres lo que son herramientas de prevención, para que el pibe piense las situaciones problemáticas de otra manera y pueda resolver esas realidades. En el medio también derivamos. Depende de las situaciones particulares de cada pibe hacés las derivaciones que corresponden a los profesionales.

PFFM – En sus orígenes estuvieron muy a la par del surgimiento de los dispositivos de la Iglesia para la problemática de adicciones. ¿Cómo es el vínculo de Cruz del Sur con la religiosidad popular?

FB – Somos muy variados y ecuménicos. Respetamos la fe de cada compañero que se acerca a los talleres. Pero en la mayoría de los casos sos muy cercanos a los curas villeros y los curas de Opción por los Pobres. El trabajo en esa Iglesia que camino con el pueblo, que se arremanga, que labura por los derechos, por la dignidad de los necesitados. Siempre nos sentimos identificados con ello, y de hecho siempre nos formamos y crecimos junto al padre Pepe Di Paola y otros curas que llevaban adelante ese carisma. Aprendimos a dar hasta que duela, a tener un compromiso social muy alto, que es la base de nuestros orígenes y son los valores con los cuales nos manejamos.

PFFM – ¿Cómo te imaginas Cruz del Sur de acá a diez años?

FB – Con esta situación de la pandemia es muy difícil pensar a largo plazo. Pero estamos un esfuerzo enorme por mutar por un tiempo, y tratamos de llegar a los barrios y los pibes igual, y entonces implementamos no solo tecnología, porque en los barrios hay muchos pibes que no acceden a celulares o a Wifi,  sino también llevamos cuadernillos, papales y otras cosas que armamos con los profes. Yo veo a Cruz del Sur trabajando y tratando de acomodarse a las distintas realidades con el objetivo de seguir llegando siempre a los chicos, llevando las propuestas de la manera que sea, en el contexto que sea. Tengo fe y sé que los compañeros que integramos esto podemos adaptarnos para seguir la misión que tenemos y estar presentes con los pibes en los barrios. Siempre tenemos muchas metas, desafíos, cosas para aprender ys seguir mejorando, pero lo más importante en la esencia es seguir estando siempre con la gente y seguir llevando los murales y todos los brillos estéticos a los barrios para decir cosas, para reclamar o simplemente para expresar sentimientos de los barrios populares.